martes, 7 de noviembre de 2017

¿Quien lo diría?

Un día, estaba en la oficina y de repente oí un tono de móvil que me resultaba familiar, claro, era mi móvil. Mi mujer estaba de parto. Aún no me podía creer que fuera a nacer esa persona a la que querría toda mi vida, que aún ni siquiera sabíamos si iba a ser niña o niño, pero mi mujer y yo hicimos un pacto, si era niña elegía yo el nombre y si era niño lo elegía ella. Me fui corriendo, tan rápido que me choque con una mujer que desafortunadamente se cayó al suelo, tengo que decir que era guapísima, pero resultaba algo enfadada, obvio, la había tirado. Le ayudé, y para compensarla la lleve a casa, no pensaba en absolutamente nada más que en su sonrisa, me enamoró. ¿Nunca os ha pasado? Es un sentimiento por el que te mueres por dentro, esos nervios de ver a aquella persona te afloraban por todo el cuerpo, la vergüenza hacia rojos tus pómulos, las palabras casi no podías ni pronunciarlas, si claro, a todos nos pasa alguna vez, pero el problema era que a mi me pasaba de nuevo, por segunda vez, ¿que iba a significar?
Ella me invitaba a pasar a su casa, solo se me ocurrió preguntarle como se llamaba, y ella era Marta.
Mierda, se me había olvidado, mi mujer estaba de parto, no podía pasar. Le dije que tenia un asunto que hacer y no podía pasar pero que otro día estaba encantado, y así pues, ella no podía esperar, y le dijo de salir a cenar esa misma noche, este, aceptó, y se fundieron en un beso de despedida.
Pasadas dos horas que costaba ir al hospital donde estaba mi mujer, cuando llegué ya era tarde, ya había nacido y mi mujer estaba enfadada, le tuve que decir que había mucho atasco. En ese mismo instante los médicos abrían la puerta con ella, si, una niña, qué bonita.
-La llamaremos Marta... - dije sin pensármelo dos veces.
En este mismo instante eran las 7 de la tarde, y me costaba dos horas llegar a casa de Marta y habíamos quedado a las 21:30. Le dije a mi mujer que me tenia que ir a descansar, que mañana era el ultimo día que trabajaba en la oficina y que me tenia que ir, ella seguidamente me dijo duerme a mi lado por favor, le tuve que decir que no, que tenia que ir a casa, que todas las noches a partir de mañana dormiríamos juntos. No rechistó.
Me dirigí hacia mi cita, me sentía mal pero Marta tenia algo que me había enganchado. Llegué y nos sentamos a cenar con un par de velas y una ensalada continental de primero y vino para acompañar esta velada. Que bien cocinaba, estaba buenísima.
Antes de sacar el segundo, me dijo que desde que me vio, los pelos se le ponían en punta, que el corazón le latía mas fuerte, que no podía dejar de pensar en mi y de mirar mi sonrisa, qué bonito, nunca me habían dicho algo así, y era verdad, teníamos una conexión impresionante.
Me había dicho que me dejaba la noche para pensarme si fugarnos a Hawaii, ella tenia una casa y su prima nos conseguía trabajo a los dos.
Nos fundimos en otro beso y me fui a casa a pensar.
Me suena el despertador, me visto y me voy al trabajo. Allí estaba Marta, me guiño el ojo y me movió la cabeza indicando que fuera a su despacho y ahí fui. Cerro con llaves, bajo las persianas y puso las cortinas. Me besó, si, me besó apasionadamente y se puso encima mía. Hicimos el amor.
Son las 14:00 y estoy sentado en el avión con Marta, nos vamos a Hawaii.
16 años después, volvemos a España, fui a mi antigua casa, y me abre una adolescente guapa, alta y con una sonrisa hermosa.
-Tiene tu sonrisa – añadió Marta.
-Hola, ¿eres Marta?
-Sí, ¿que desean? - dijo mi hija
-Soy tu padre, tengo que darte explicaciones de todo, ¿me permites? - añadí.
- Pasa, más vale tarde que nunca – dijo.



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