Aquí os dejo un cuento actualizado de nuestra queridísima Cenicienta. espero que os guste.
Erase una vez, una chica que se enamoró de un chico, podría decirse
que era el mejor hombre del mundo, la cuidaba como ninguno otro había hecho y
de eso se sentía orgullosa.
Un día todo esto cambió y ella empezó a dudar de si quería algo
con él, la maltrataba y hacía que limpiara cada uno de los rincones de la casa,
perdiéndose así su vida, para nada. Ella estaba cansada de tanto limpiar, y
cocinar, así que esa misma tarde decidió decirle que no, que no iba a seguir trabajando
para él. Esto desencadenó la ira de Javier, su pareja. Le costó muy cara la
queja, ya que le quemó toda y absolutamente toda la ropa del armario, y le pegó
hasta cansarse haciéndole así una moradura en el cerco del ojo y dejándole unos
labios negros muy horribles.
Al día siguiente, Javier salía de la vivienda para hacer
unos recados y verse con otras mujeres,
ya que ella le había pillado algún mensaje con Lady Tramaine. Una mujer que
solo quería sacarle el dinero.
Ela (La Cenicienta) sigue en casa haciendo las tareas del
hogar cuando llaman a la puerta de casa y resulta ser el cartero, un chico muy
apuesto, y muy fuerte. Él la vio llorar y no se resistió a preguntarle qué le
pasaba. Ela seguidamente responde con total sinceridad y este le contesta que
no había visto chica más guapa hasta aquel momento. Decide fugarse con él y
empezar de cero.
Javier, cuando llega a casa, se da cuenta de que la ha
perdido para siempre y decide buscarla, y jura que no descansará en paz hasta
encontrarla. Ela cometió el fallo de poner su localización en Facebook tomando
algo en Oahu con Jaime.
Javier da con su paradero y la observa durante tres días hasta
adivinar su hotel.
Mientras Jaime, (el cartero) va a hacer surf, Javier entra en
la habitación y la maltrata. Después,
saca su pistola, dispara sin ningún miramiento y desaparece.
Jaime encontró el cuerpo de Ela y la mete en una urna para
protegerla hasta el día del entierro.
La tarde del día siguiente era el mejor día para hacer la
ceremonia, Jaime le dio un último beso de despedida y entonces Ela despertó, se
montaron en un Ferrari y se dirigieron hasta el más allá y vivieron felices y
comieron perdices (o hamburguesas, que les gustaban más).